Foto: oclise.com |
He reflexionado mucho sobre mis propios intereses a la hora de calibrar,
de valorar una marcha procesional. En conclusión, distingo varios
intereses o valores:
1. VALOR ARTÍSITICO. La mejor o peor calidad de la obra.
2. VALOR HISTÓRICO. Interés meramente histórico, independientemente de su calidad.
3. VALOR EMOCIONAL. Mis propios gustos, una vez más al margen de la calidad.
Durante varios años he dado más importancia al valor artístico de la marcha, y en menor medida al histórico. Un ejemplo personal: aunque la recuperación hace unos años de "Virgen de Regla" (1975) de Rafael Ruiz Amé ha tenido su importancia histórica, la considero una marcha de baja calidad musical; además no me gusta demasiado, con lo cual no le he prestado demasiada atención. En cuanto al valor emocional, a veces me ha costado mucho expresar mis opiniones en foros públicos, pues en muchas ocasiones está "mal visto" que gusten determinadas marchas de peor calidad.
Una reflexión larga: ¿Qué pasaría si abriéramos el corazón y también valoráramos emocionalmente de forma positiva aquellas marchas que, teniendo poco valor histórico y/o teniendo una contrastada calidad baja, nos encantan?
Quizá algunos se lleven las manos a la cabeza y piensen que la abundancia de mala calidad en la música procesional pudiera convertirse en una suerte de "cáncer", y que tiraría por tierra todos los logros históricos que se han alcanzado. Pero, ¿véis?, se entrelazan en este sentido los valores históricos y los artísticos. ¿Por qué no los emocionales también? Si se expresan emociones positivas ante una marcha de baja calidad, y además se es consciente de sus limitaciones musicales, ¿por qué habría esto de hacer peligrar el patrimonio musical cofrade?
Además, justo lo contrario es muy frecuente de encontrar: composiciones de mucha calidad que son denostadas o al menos ignoradas porque no gustan, como alguna de Torres Simón o de Luque Vela. Aquí sí que prima el valor emocional (negativo en esta ocasión) en la valoración de las piezas.
Para concluir, soy consciente de que la valoración emocional de las marchas (o "composiciones para procesiones", pues algunas contemporánes están en el límite de la concepción de "marcha") es un arma de doble filo: si es positiva pero se obvian las carencias musicales, proliferarán como setas; pero si es negativa y se elude su varlor artístico e incluso histórico, caerán en el olvido. Delicado equilibrio. Intentemos incluir los tres valores (artístico, histórico y emocional) en nuestras opiniones, y utilicemos el valor emocional libremente y sin culpas. Pero, eso sí, especificando en cada caso su valor artístico e histórico. Todas las marchas, buenas o malas, antiguas o nuevas, queridas y odiadas, forman parte del patrimonio musical de nuestras cofradías y son producto de la generosidad de los autores. Los gustos pueden cambiar con los años. Que ninguna caiga en el olvido.
1. VALOR ARTÍSITICO. La mejor o peor calidad de la obra.
2. VALOR HISTÓRICO. Interés meramente histórico, independientemente de su calidad.
3. VALOR EMOCIONAL. Mis propios gustos, una vez más al margen de la calidad.
Durante varios años he dado más importancia al valor artístico de la marcha, y en menor medida al histórico. Un ejemplo personal: aunque la recuperación hace unos años de "Virgen de Regla" (1975) de Rafael Ruiz Amé ha tenido su importancia histórica, la considero una marcha de baja calidad musical; además no me gusta demasiado, con lo cual no le he prestado demasiada atención. En cuanto al valor emocional, a veces me ha costado mucho expresar mis opiniones en foros públicos, pues en muchas ocasiones está "mal visto" que gusten determinadas marchas de peor calidad.
Una reflexión larga: ¿Qué pasaría si abriéramos el corazón y también valoráramos emocionalmente de forma positiva aquellas marchas que, teniendo poco valor histórico y/o teniendo una contrastada calidad baja, nos encantan?
Quizá algunos se lleven las manos a la cabeza y piensen que la abundancia de mala calidad en la música procesional pudiera convertirse en una suerte de "cáncer", y que tiraría por tierra todos los logros históricos que se han alcanzado. Pero, ¿véis?, se entrelazan en este sentido los valores históricos y los artísticos. ¿Por qué no los emocionales también? Si se expresan emociones positivas ante una marcha de baja calidad, y además se es consciente de sus limitaciones musicales, ¿por qué habría esto de hacer peligrar el patrimonio musical cofrade?
Además, justo lo contrario es muy frecuente de encontrar: composiciones de mucha calidad que son denostadas o al menos ignoradas porque no gustan, como alguna de Torres Simón o de Luque Vela. Aquí sí que prima el valor emocional (negativo en esta ocasión) en la valoración de las piezas.
Para concluir, soy consciente de que la valoración emocional de las marchas (o "composiciones para procesiones", pues algunas contemporánes están en el límite de la concepción de "marcha") es un arma de doble filo: si es positiva pero se obvian las carencias musicales, proliferarán como setas; pero si es negativa y se elude su varlor artístico e incluso histórico, caerán en el olvido. Delicado equilibrio. Intentemos incluir los tres valores (artístico, histórico y emocional) en nuestras opiniones, y utilicemos el valor emocional libremente y sin culpas. Pero, eso sí, especificando en cada caso su valor artístico e histórico. Todas las marchas, buenas o malas, antiguas o nuevas, queridas y odiadas, forman parte del patrimonio musical de nuestras cofradías y son producto de la generosidad de los autores. Los gustos pueden cambiar con los años. Que ninguna caiga en el olvido.
(Publicado en el foro de la web Patrimonio Musical)